En medio de una noche de lluvia,
entre rechiflas y gritos de “culero”, y de vítores “de ¡México!
¡México!”, Felipe Calderón dio el Grito de Independencia –el quinto de
su mandato— frente a una Plaza de la Constitución a medio llenar.
Breve,
en apenas un minuto con 40 segundos, Calderón cumplió con el ritual con
el que México recuerda el 201 aniversario del inicio de la
Independencia.
La
ceremonia comenzó a las 10:55 de la noche cuando la banda de Guerra de
la Marina y el Ejército Mexicano tocaron el Himno Nacional y la escolta
de la Escuela Naval Militar entregó la bandera a Calderón.
El
titular del Ejecutivo federal se asomó al balcón del Palacio Nacional y
ante los miles de capitalinos a los que no les importó la lluvia, lanzó
“vivas” a “los héroes que nos dieron patria”.
En
ese momento, cientos de personas comenzaron a gritar “¡culero! ¡culero!
¡culero!” y chiflar mentadas de madre; el barullo de los inconformes
fue acallado por otro grupo que comenzó a corear “¡México! ¡México!
¡México!”.
Luego,
en un tono solemne, Calderón comenzó el ritual: “Mexicanos. ¡Vivan los
héroes que nos dieron patria!, ¡Viva Hidalgo! ¡Viva Morelos! ¡Viva
Josefa Ortiz de Domínguez! ¡Viva Allende!. ¡Viva Aldama y Matamoros!
¡Viva la independencia nacional!”
Concluyó con tres “¡Viva México!”.
Cuando mencionó a los Héroes de Independencia la gente dejó de gritar y soltó efusivos “vivas”.
Inmediatamente
después de dar el Grito, Calderón entró al Palacio Nacional; entregó la
bandera a la escolta de la escuela Naval, y minutos después salió con
su familia, acompañado del presidente del Senado, el panista José
González Morfin, y el presidente de la Suprema Corte de Justicia de la
Nación (SCJN), Juan Silva Meza, a observar los juegos artificiales, cuyo
espectáculo duró aproximadamente 20 minutos.
Llamó
la atención la ausencia del presidente de la Mesa Directiva de la
Cámara de Diputados, el priista Emilio Chuayffet, como representante del
Poder Legislativo; y que en esta ocasión, contrario a la tradición de
que cadetes del Colegio Militar escoltaran a la bandera nacional, en
esta ocasión lo hicieran los de la Escuela Naval.
Los
gritos de los inconformes no fueron escuchados por Calderón y su
selecto grupo de invitados, pues la música a todo volumen los opacó.
Previo
a la ceremonia, en las tres pantallas gigantes que se colocaron en la
explanada de la Plaza de la Constitución, se exhibieron escenas mientras
una voz declamaba el poema “México creo en ti”, de Ricardo López
Méndez.
Fuente: Proceso
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